(Texto escrito para el concurso de turismodevino.com)
Estaba deleitándome con un vino de Navarra cuando sonó el teléfono. Me pasó el inalámbrico y me dijo: es mi madre. Dice que ha encontrado una botella con un mensaje tuyo.
Estaba deleitándome con un vino de Navarra cuando sonó el teléfono. Me pasó el inalámbrico y me dijo: es mi madre. Dice que ha encontrado una botella con un mensaje tuyo.
Así el teléfono, ante la cara de incredulidad de mi esposa.
Recuerdo aquella botella que mandé hace unas semanas guardar a la hermana
pequeña de mi esposa en algún lugar remoto de aquella casa, con tintes de
caserón de pueblo.
Aquel mensaje contenía uno de los poemas que había escrito,
una de esas noches en las que el insomnio se apodera de las estrellas. Aquella
botella, iba a ser uno de los regalos con los que pensaba obsequiarla para el
aniversario de nuestra boda. Cinco años de casados más otros cinco de noviazgo.
El poema que se encontraba en dentro de la botella decía algo así:
Un segundo para
inventarme
Un “te quiero” que te
convenza.
Ya sabes de los de
lanzarte un beso
después.
De los de no contar
previamente hasta
tres,
antes de lanzarme
al abismo de tus
rosados labios de fresa.
Agarrarte del brazo
y poner tu mundo del
revés.
Y decirte entre
silencios y susurros.
-Nena, no te marches.
Que sabes que soy, si
tú eres.
Y que tu,
enseñándome esos
hoyuelos,
Sostengas mi ego
cuando te ríes.
Un segundo en la
palma de tu mano.
Desear que sea Paris,
Madrid o debajo de un Álamo
Pero que sea posado
en los surcos
De esos de leer la
vida, mi vida.
Por suerte siempre que hablaba por teléfono deambulaba por
la casa, lo que me permitía explicarle a mi suegra el asunto del mensaje en la
botella. Sin que mi mujer se extrañara de mi ausencia. Después de la
conversación apuré la copa y me acurruque sobre su pecho.
Cuándo preguntó que qué era aquello de un mensaje en la
botella, le dije que era algo entre su hermana y yo. Con aquella respuesta no
se extrañaría ya que a veces su hermana me llevaba a dar largos paseos por a
playa para pedirme consejo. Aún así ella frunció el ceño, pero acto seguido me
besó.